martes, noviembre 11, 2014

¿Es Dios injusto con los homosexuales?



Lo que hoy por hoy cuestionamos en un plano exclusivamente terrenal como el avance de la ideología homosexual para el matrimonio gay, la enseñanza de las preferencias homosexuales y otras desviaciones en las escuelas (lo que nos parece extremadamente perverso porque se marketea, se posiciona la homosexualidad y otras anomalías y depravaciones, ante niños que no pueden tener discernimiento sobre ese tema), tiene un trasfondo espiritual que no se suele manejar ni en los medios tradicionales ni en las redes sociales.
No se lo hace porque los que saben de estos asuntos, detestan la avalancha de cuestionamientos de parte de gente que sin formación doctrinaria y espiritual sobre las Sagradas Escrituras atacan exposiciones así porque presuntamente provienen de retrógrados, tilingos, débiles mentales que creen en un libro que terminó de escribirse hace más de 2 mil años.
Pero también hay una recomendación bíblica: “No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los cerdos, no sea que las huellen con sus patas, y volviéndose os despedacen” (Mateo 7:6).

La creación
Sin embargo ¿es Dios injusto con los homosexuales? Empecemos diciendo que Dios creó al hombre y a la mujer, “varón y hembra los creo”. Y estableció sobre ese vínculo de hombre y mujer, su plan de “creced y multiplicaos”. No hay otro vínculo que sirva para cumplir el propósito de Dios.
El “matrimonio homosexual”, en primer lugar no forma parte del plan de Dios pero más grave aún, es una negación, un desafío a su plan. Se opone al “creced y….”. La homosexualidad no es una creación de Dios y desde luego no es una creación. Es una manifestación de la acción del enemigo de Dios que se apoderó de un poder que le fue entredgado a Adán y Eva y a la humanidad, en el momento de la desobediencia en el huerto del Edén: “Creced y multiplicaos, y henchid la tierra, y enseñoreaos de ella”. El engaño del maligno tenía el propósito de apropiarse de ese poder y es el maligno el que se ha enseñoreado de la Tierra.
Si hubiera obediencia a aquel primer mandamiento dado a Adán y Eva, hubiéramos sido nosotros los señores. Señorear significa “controlar, tener dominio sobre algo, especialmente sobre las propias pasiones”. Perdimos el control y por eso destruimos el planeta porque no señoreamos, vivimos descontroladamente, extinguimos bosques, especies, destruimos nuestro propio hábitat.
Aquí entramos en un plano espiritual y debemos decir que lo que se va a estudiar en el Parlamento, el jueves, es consecuencia de una guerra espiritual que se declara además en otros frentes y temas, de un modo intenso y los “creyentes crecidos” (Hebreos 5:12,14), entienden y conocen perfectamente lo que digo y los que quieran conocer más, necesariamente deben acercarse a una Iglesia de Cristo, donde se predica la sana doctrina. No se puede hablar aquí de “principados y potestades” o en todo caso pongan ese entrecomillado en el buscador de Google.

Entonces...
De qué lado estamos nosotros ¿del lado de Dios? No existen terrenos neutros cuando hablamos en el plano espiritual. O estamos del lado de Dios o del lado del enemigo. Hay gente que pretende desmarcarse y expresa “yo no estoy ni con Dios ni con el diablo”. El que dice eso está con el diablo y no lo digo yo. Lo dice Jesús: “El que no está conmigo, está contra mí; y el que no recoge conmigo, desparrama”. (Mateo 12:30)
La pregunta es: cuál es el propósito del maligno. Aquí la respuesta de Jesús: “El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan 10:10). Robar, matar y destruir el matrimonio tal cual ha sido hasta hoy; robar, matar y destruir nuestra niñez con las enseñanzas que ya se imparten en otros países que cayeron en la trampa. Y así.
Que protección tenemos ante estos embates: “Someteos, pues, a Dios. Resistid al diablo, y huirá de vosotros”. (Santiago 4:7).
Finalmente, Dios ama a los homosexuales pero aborrece la homosexualidad porque ama al pecador pero abomina el pecado.